Canarias cuenta con el doble de viviendas destinadas al turismo que a fines sociales
Esta pandemia por fin ha hecho visible a ojos de todas lo que algunas organizaciones del movimiento social en las islas llevábamos ya un tiempo denunciando, que el turismo es uno de los sectores económicos que nos sigue expoliando, explotando, acabando con nuestra riqueza cultural y sumiéndonos en la pobreza al más puro estilo del sistema económico colonial y caciquil que lo mantiene.
Campañas publicitarias en respuesta a los miles de vídeos, memes y twits que se vertían por las redes criticando las políticas turísticas que han dejado nuestra economía desmantelada ante el COVID-19 o a los que simplemente reflexionaban sobre lo bien que se estaba en estas islas sin turistas por todas partes, pudiendo disfrutar tranquilamente de los rincones de nuestra tierra.
Porque el deseo de querer conservar y gozar de nuestro territorio, que llevaba tanto tiempo difuminado entre el extranjero que colonizaba cada centímetro del suelo que pisamos, querían extirparlo de raíz. Silenciarlo para que no se propagara a pesar de que era ya uno de los temas de conversación más recurrentes en cada casa, en cada mesa. No fuera a ser que se nos ocurriera que era el momento de empezar a apostar por otras formas de economía basadas en la soberanía alimentaria, en la conservación del territorio, en la mejora de las vidas de las que aquí vivimos.
Ahora tocan de nuevo los grandes titulares para encubrir sus mentiras, para tapar la realidad. Prensa y rumores que se propagan como el virus diciendo que el alquiler ha bajado de precio en Canarias por primera vez en cinco años.
Si nos paramos a analizar los datos nos encontramos que en 2019 las canarias pagamos de media 9.7€ por metro cuadrado y a finales del 2020 el precio medio solo había bajado a un 9.4€. Unos pocos céntimos que apenas si se notan a la hora de afrontar nuestro alquiler, sobre todo en la actual situación con las microeconomías de subsistencia mermadas, la mitad de la población en riesgo de pobreza y exclusión y con la tasa de desempleo más alta de todo el Estado (25,22% – 61.600 personas de la población activa sin contar a las personas en situación de ERTE). Cifra que irremediablemente seguirá subiendo como hasta ahora porque Canarias también es el territorio donde más ha aumentado el desempleo en los últimos 12 meses. Sin contar que este precio del metro cuadrado está realizado sobre una media de todo el territorio insular y no recoge las realidades concretas de cada municipio, y que esta irrisoria bajada es en la práctica inexistente en muchos lugares del Archipiélago. Además, por lo que hemos podido comprobar en las plataformas digitales dedicadas al alquiler, en muchos casos incluso se ha encarecido durante los últimos meses.
Ante este desenmascaramiento de los problemas que ocasiona una economía basada solo en el turismo, han sido múltiples y variopintas las campañas machaconas que durante estos meses hemos visto desde la patronal hotelera y el Gobierno de Canarias. Inversión y gasto de recursos en publicidad interna para convencernos de la misma retahíla de siempre, que el turismo hay que sostenerlo porque es lo que va salvarnos y darnos de comer. Que nos cuidemos del virus no por nuestra salud, sino para ser aptas de recibir a las que vienen de los países centrales en busca de ocio. Porque mientras nuestra economía, servicios sociales y sanidad colapsaban, el Gobierno de Canarias suscribió una póliza de seguros por 450 mil euros para cubrir los gastos de todos los turistas que contrajeran la enfermedad en las islas. Dejaron claro que su preocupación no es nuestro bienestar, sino obtener la marca de Destino Seguro para que unas pocas se sigan enriqueciendo a costa de todas.
Alegre para el turista, amable para el turista, sexy para el turista, barata para el turista, bonita para el turista, soleada para el turista, exótica para el turista, sana para el turista.
Y es así, con titulares que anuncian una supuesta bajada de alquiler que prácticamente no existe, que tratan de volver a engañarnos de nuevo. De hacernos obviar que siguen apostando y obligándonos a vivir en un sistema económico que encarece nuestros barrios y nos expulsa de ellos. Porque mientras nuestros sueldos bajan y el empleo desaparece por la merma del turismo, desde marzo de 2020 hasta finales de año se han apuntado en el Registro General Turístico nada menos que 4500 nuevas casas como hospedaje de alquiler vacacional.
Así, la friolera de unas 139000 camas turísticas en Canarias sigue perteneciendo a este tipo de vivienda vacacional según los últimos datos, mientras más del 50% de la población Canaria ya no pueden acceder a alquilar por no poder pagarlo o se encuentra en serias dificultades para hacerlo. Situación a la que se suma que contemos ya con el doble de viviendas destinadas al turismo (37.791) que a fines sociales para las que aquí vivimos (17.660). Nada menos que 20.131 viviendas más dedicadas al negocio turístico que demuestran por un lado la masiva turistificación de los inmuebles y por otro la dejadez del Gobierno Canario para invertir en solventar el preocupante déficit del parque público de viviendas, cuyo deterioro en los últimos años coincide precisamente con ese progresivo incremento de las viviendas de alquiler vacacional.
La Industria Turística ha demostrado, aún más en tiempos de crisis y pandemia, que es un sector inestable en todas sus formas, generador de pobreza, exclusión social y aniquilador de derechos fundamentales como es, en este caso, el del acceso a una vivienda digna aquí donde hemos decidido vivir. Es urgente plantear desde ya la absoluta urgencia de un cambio radical de la Economía en Canarias desde la diversificación y las máximas soberanías posibles para caminar, desde lógicas de igualdad social, a otras formas de vida más justas y sostenibles para todas.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.